Si queres publicar algo escribí a:

yerbabuenatucumanfi@gmail.com

lunes, 13 de marzo de 2017

¿Evaluar al maestro? Por Diego Rosemberg*


Una vez, cuando era ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco participó de un foro con empresarios argentinos. Los CEO más importantes se reunían a dar su punto de vista sobre la realidad nacional y, por supuesto, a cenar. Mientras los mozos bandejeaban un tentempié, previo al primer plato, uno de los anfitriones se acercó al entonces funcionario, se mostró preocupado por "la calidad educativa", y le sugirió con cierta suficiencia cuál debería ser su política: "Lo que usted tiene que hacer es evaluar. No sólo a los alumnos, también a los docentes. Nosotros evaluamos todo: los materiales, los procesos, los trabajadores, la producción. Hay que evaluar. Es la garantía de la eficiencia". Tedesco ?que poco después se hizo cargo de la frustrada Unidad de Planeamiento Estratégico y Evaluación de la Educación bajo el gobierno de Cristina Kirchner? intentó señalar que había que ser cuidadoso: "Educar no es como fabricar zapatos", sentenció.
En la última década, la educación ?por fin? comenzó a ser parte de la agenda política y, con ella, entró en debate la cuestión de la evaluación a los docentes. Todos los candidatos a Presidente de las últimas elecciones mencionaron alguna propuesta vinculada al tema (1). Como había prometido en su campaña, a poco de asumir, el presidente Mauricio Macri creó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Calidad y Equidad Educativa. Le da tanta importancia que fue una de las únicas dos acciones educativas que mencionó en la apertura de las sesiones ordinarias del Parlamento (la otra fue la extensión de la obligatoriedad escolar para la sala de tres años).
En su discurso aseveró que para obtener calidad educativa es imprescindible evaluar.Para dirigir el nuevo organismo de evaluación, Macri nombró a Elena Duro, una especialista en educación que desarrolló su carrera en Unicef. Según anunció el ministro de la cartera, Esteban Bullrich, el ente creado será autónomo y evaluará a los docentes, a las instituciones y a los estudiantes.Duro no contestó las solicitudes de entrevista formuladas por La educación en debate para conocer sus objetivos. Sin embargo, su ideario sobre el tema puede rastrearse en algunos documentos que publicó cuando todavía se desempeñaba en el organismo internacional (2).
Hace poco más de un año, la ahora funcionaria señalaba en un paper con membrete de Unicef que es innegable el rol clave que tienen los procesos evaluativos para la gestión educativa y para todo proceso que involucra la toma de decisiones.
"Sin embargo ?advertía?, así como se reconoce su potencial valor, es un campo polémico y puede provocar efectos no deseados que hay que prevenir y evitar."La especialista subrayaba que los resultados de las evaluaciones están íntimamente relacionados con los niveles de consenso de todos los actores del sistema en torno a los fines establecidos, con su involucramiento en el proceso, con la forma en que se difunda la información y los usos que se le dé y con la relación que se establezca con la toma de decisiones de política educativa.
"La evaluación ?sentenciaba? hay que concebirla como una actividad que brinda un servicio a los tomadores de decisiones y a los involucrados en el proceso educativo y no a la inversa."Para posibilitar escenarios positivos en procesos evaluativos, Duro recomendaba tener en claro la finalidad de la evaluación: "Habría que evaluar para obtener información que oriente acciones de políticas que redunden en el cumplimiento de los derechos de infancia y adolescencia a acceder y a permanecer en la escuela, a aprender y a la no discriminación y convivencia escolar. A su vez, la disminución de las brechas de inequidad debe estar entre sus propósitos.
En esta mirada prima el uso de la información evaluativa para la mejora interna, se reconoce el fin de rendición de cuentas y se anula la evaluación como mecanismo de control o ascenso".Según el documento elaborado por Duro, la evaluación puede ser una potente herramienta para promover mejoras así como para provocar efectos perturbadores o tener nulo impacto. "Uno u otro camino dependerá de la finalidad y de los modelos evaluativos así como de la difusión y comunicabilidad de esa información ?aseguraba?; pero, fundamentalmente, de las decisiones que se tomen a partir de sus valoraciones. Hoy hay conciencia de los efectos poco constructivos para la mejora que produce una información centrada en el ranking escolar.
Una recomendación a considerar sería difundir los resultados de una evaluación en forma amigable junto a las decisiones e insumos adoptados para revertir lo necesario."Los parámetros sobre los que se realizan las comparaciones valorativas pueden convertirse, para la funcionaria, en un punto de tensión. "Evaluar sobre un ideal alejado del contexto brinda insumos poco estimulantes a los actores que deben provocar los cambios deseados", prevenía y sugería evitar las pruebas estandarizadas: "En los países que han estandarizado su educación se encuentra que docentes y estudiantes dirigen sus esfuerzos para responder a los tests estandarizados en detrimento del sentido más integral de la educación".Por último, Duro suscribía que apoya las políticas de autoevaluación institucional en los niveles inicial, primario y secundario: "Los procesos autoevaluativos, participativos, se consideran complementarios a procesos de evaluación externos.
Forman cultura evaluativa y a docentes en el uso de herramientas evaluativas. En términos de impacto se constatan efectos positivos en la performance de las escuelas".El macrismo ya aplicó, durante su gestión en la Ciudad de Buenos Aires, una evaluación docente optativa.
La cantidad de maestros que aceptó la propuesta fue baja, lo que podría indicar que el sistema no gozaba del consenso de los actores ni del involucramiento que demandaba Duro (véase la entrevista a Tamara Vinacur en este mismo suplemento).El sistema implementado en la Ciudad intentaba reemplazar ?o al menos convivir? con otro preexistente: a fin de año, los directores de escuela deben evaluar y calificar a los maestros, metodología que demostró un alto grado de comportamiento corporativo, ya que casi todos los evaluados superan los nueve puntos y un número considerable alcanza el diez. A la vez, funcionan las juntas de evaluación docente encargadas de analizar las trayectorias de los profesores a la hora de asignar nuevos cargos, históricamente manejadas por los gremios de la educación.
Más allá del documento de Unicef suscripto por Duro, no se conoce aún cuáles serán los objetivos ni las líneas de trabajo del organismo recientemente creado. De acuerdo al discurso de distintos funcionarios del Gobierno Nacional en otras áreas, el nuevo paradigma que regiría al Estado se asemeja bastante a la lógica racional-instrumental propia de las empresas privadas. En estas corrientes de pensamiento suele mostrarse a la evaluación como una herramienta técnica y presuntamente neutral. Habría que ver si esa misma lógica se aplicará al sistema educativo. Por ahora, poco o nada se dice del marco ideológico que dará sentido a los resultados obtenidos en las evaluaciones. Tampoco se habla sobre cómo se transformará la información recolectada en políticas específicas ya que, más allá del sentido común instalado, la evaluación per se no mejora la enseñanza: lo que puede cambiar la situación son las acciones que se ejecuten a partir del diagnóstico realizado.
La dirigencia política coloca en agenda la evaluación docente bajo la supuesta necesidad de recertificar la idoneidad profesional de los maestros.
De esta manera, como efecto no deseado ?¿o a veces sí??, termina por poner en duda al propio Estado, quien es el encargado de formar y acreditar a los docentes. Ese manto de sospecha ?opinan muchos especialistas? termina por restar autoridad a quien se para al frente de una clase.
El gran desafío de un sistema de evaluación docente consiste en poder dimensionar que la tarea del maestro excede la mera acción individual sin olvidar que existen responsabilidades que son del orden personal. Pero la labor en la enseñanza se trata de una tarea esencialmente colectiva y fuertemente condicionada por la institución, las condiciones laborales y el contexto social donde se realiza, por lo que las pruebas estandarizadas no parecen suficientes para obtener una información útil en una actividad que requiere saberes didácticos y disciplinares pero también prácticos y vinculares. Por eso, parece difícil aislar el debate sobre la evaluación de maestros y profesores de las discusiones sobre la carrera docente, el estatuto gremial y las condiciones laborales e institucionales.
1. Mariana Liceaga, La educación en debate, Nº 35, octubre de 2015, Buenos Aires, UNIPE-Le Monde diplomatique, edición Cono Sur.2.Http://www.unicef.org/argentina/spanish/Evaluacion_educativa29-8-2014.pdfEl caso mexicano
Pruebas, protestas y represiónLa reforma educativa realizada en México en 2013 colocó en su centro a la evaluación docente obligatoria.
Para implementarla fue tan necesario modificar la legislación laboral como movilizar las fuerzas de seguridad para reprimir a los maestros que se oponían al nuevo sistema porque, a partir de los exámenes anuales de desempeño, pierden la estabilidad laboral. Aquellos que den mal tres pruebas serán despedidos del sistema educativo, sin gozar de ningún derecho adquirido, aunque muchos cuenten con dos o tres décadas de antigüedad. Si, en cambio, los docentes aprueban la evaluación, deberán revalidar sus competencias recién dentro de tres años.
La nueva legislación también establece un examen de ingreso a la carrera docente. Antes, los egresados normalistas se incorporaban directamente al sistema educativo. Ahora, cualquiera que se considere apto para enseñar puede rendir la evaluación, por más que no se haya formado como docente. Si aprueba, comienza a trabajar y debe revalidar sus competencias al año. En ese lapso, cuenta con tutores que lo asisten, lo observan y realizan informes sobre su desempeño.Los exámenes son secretos.
Por lo que relataron algunos docentes que lo rindieron, se evalúan conocimientos sobre las reglamentaciones y leyes vinculadas al sistema educativo, se presentan casos hipotéticos para conocer cómo reaccionarían en esa situación (por ejemplo, si dos estudiantes se pegan) y, por último, deben elaborar una planificación. La prueba llega a durar nueve horas y los maestros no pueden llevar ningún objeto consigo."Nadie ve esta evaluación como una posibilidad de mejorar la educación; sino como un atentado contra los derechos laborales. Los maestros dan el examen para no perder el empleo. Es más una reforma laboral y administrativa que educativa", asegura la investigadora mexicana Etelvina Sandoval.
La evaluación ocasionó una fuerte resistencia docente e incluyó enfrentamientos con la policía en los estados de Zacatecas, Oaxaca (se montó un operativo de 10.000 policías cuando se evaluaron 2.000 maestros), Chihuahua, Michoacán, Veracruz y Chiapas, donde la represión terminó con un maestro muerto.Para evitar las manifestaciones de protesta, en varias oportunidades los docentes que debían rendir los exámenes fueron trasladados de madrugada en carros policiales hasta los establecimientos ?vallados? donde se realizaban las evaluaciones.Ya se evaluaron 150.000 maestros aunque no se hicieron públicos los resultados. Muchos docentes tuvieron serias dificultades al cargar sus datos personales en la plataforma online ?que colapsó en varias oportunidades? y otros, que vivían en poblados que carecían de conexión a Internet y hasta de luz eléctrica, ni siquiera pudieron hacerlo. "Estamos en un país con una heterogeneidad escolar y cultural muy grande.
Para evaluar si una persona es buen maestro hay que tomar en cuenta el contexto en que se desempeña, y aquí no se hace", cuestiona Sandoval.La investigadora recuerda que el sistema de evaluación docente ganó consenso social luego de una campaña de desprestigio contra los maestros. "Sobre todo ?agrega? de los grupos empresarios. Decían que los maestros no trabajan, que no saben enseñar, que en las pruebas estandarizadas PISA los chicos rinden peor que en Finlandia..."Para implementar este plan, el Gobierno creó el Instituto Nacional de Evaluación y Formación Docente. En palabras de Sandoval: "Una gran burocracia que contrata evaluadores.
Se gasta más en evaluación que en formación de maestros".D.R.La experiencia chilena"Objeto externo, desconocido y problemático"Chile fue un país pionero en América Latina en implementar cierta racionalidad técnico-instrumental ?habitual en las empresas privadas? a la gestión estatal de la educación, un proceso que se dio en llamar Nuevo Management Público y que incluye la evaluación de desempeño docente de acuerdo a estándares prefijados y el reconocimiento económico de acuerdo a los resultados obtenidos. Así fue como nació la Política de Evaluación e Incentivo al Desempeño Docente que comenzó a ejecutarse en 2004.
La evaluación de los profesores consta de cuatro etapas. En la primera, denominada portafolio, cada maestro debe presentar su planificación pedagógica durante doce semanas, acompañada de la grabación de una clase de cuarenta minutos. Después debe desarrollar una autoevaluación que consiste en responder una serie de preguntas sobre su propia práctica y desempeño laboral. En tercer lugar, el maestro se entrevista con otro docente que ha sido entrenado para esta labor y que no pertenece a su propia comunidad. En última instancia, los directores y jefes de departamento realizan un informe sobre el desempeño.Este sistema de evaluación clasifica a los docentes en cuatro categorías: destacados, competentes, básicos o insatisfactorios, según los maestros demuestren el manejo de los conceptos de un documento llamado Marco para la buena enseñanza, aprobado por el Ministerio de Educación trasandino.Aquellos docentes que aplican a las tres primeras categorías deben revalidar sus aptitudes a los cuatro años, mientras que quienes hayan sido calificados como insatisfactorios tendrán que rendir nuevamente al año siguiente. Si otra vez no logran pasar de categoría, pueden incorporarse a un "Plan de Superación Profesional" ?acompañados por un docente tutor? y dar por tercer año consecutivo el examen.
Si nuevamente no alcanzan los objetivos establecidos, no tendrán otro camino que dejar la docencia.A su vez, los docentes que son evaluados como destacados o competentes pueden rendir un nuevo examen sobre conocimientos pedagógicos y disciplinares para obtener una recompensa económica llamada "Asignación Variable por Desempeño Individual". Y, por último, la aprobación de un tercer examen los habilita para la "Asignación de Excelencia Pedagógica" que implica directamente un aumento salarial y convertirse en maestros de maestros. "El maestro de maestros es considerado como líder dentro del profesorado, puesto que encarnaría varias de las características del estereotipo profesional, como la de un sujeto emprendedor y responsable de su propia trayectoria", señalaba el investigador chileno Vicente Sisto en un trabajo publicado a mediados de 2013 en la revista Teoría y Sociedad.
La cantidad de docentes que califican como insatisfactorio habitualmente no llega al 3 por ciento, mientras que el grueso ?por arriba del 60 por ciento? integra la categoría de competente. No obstante, la mayoría de los docentes no se vuelca a los programas de incentivo y desarrollo profesional, que es de carácter voluntario. Sisto investigó las razones de esta situación. Para eso entrevistó a maestros de diferentes niveles y desmenuzó sus discursos. "Un aspecto transversal observado en el análisis de las metáforas [utilizadas por los docentes] ?señaló? es la configuración de un otro [referido al sistema de evaluación], el cual es presentado como un enemigo, un objeto amenazante o un sujeto que no entiende la realidad de los docentes."Sisto concluye que los docentes chilenos no sólo ven al sistema de evaluación como algo negativo, sino como violento: "Un invasor que impone una versión de educación proveniente de un contexto ajeno".A partir del Nuevo Management Público, Sisto detectó que los docentes chilenos le adjudican a la escuela características empresariales, abandonando la tradicional mirada que la asemejaba a un segundo hogar.
Bajo esta mirada, "los actores educativos ya no son personas, sino números", sentencia.Otro elemento que le llamó la atención al investigador es que la evaluación es percibida como "un objeto desconocido, externo y problemático", difícil de abordar y no percibido como un material concreto sino más bien abstracto.En las entrevistas con Sisto, los docentes también se quejan de que la evaluación es meramente teórica, que no considera al maestro como una integridad, no toma en cuenta sus capacidades afectivas y, además, lo descontextualiza del aula.Por último, el especialista recogió la insatisfacción docente con un sistema que no hace diferencia entre los evaluados, que carece de contacto personal e ignora la heterogeneidad de factores presentes en la comunidad escolar donde se desempeña.En un sistema educativo actualmente muy cuestionado por los propios actores, la evaluación docente es un tema más de conflicto.D.R.Miguel Duhalde, gremialistaNiegan al sujetoComo Secretario de Educación de CTERA, el gremio docente más grande del país, Miguel Duhalde se opone a sistemas de evaluación estandarizados y que incidan directamente en las políticas salariales. Sugiere otras formas de pensar el debate.¿Es necesario evaluar a los docentes?
Desde CTERA cuestionamos los sistemas estandarizados que se focalizan en el rendimiento de los alumnos o en el desempeño de los docentes. Estas pruebas buscan generar mecanismos de control diagramados desde las posiciones dominantes para determinar qué saberes y conocimientos se deben adquirir en las escuelas, independientemente del país, región o provincia de la que se trate. Todo ello con el sentido de elaborar rankings y generar un contexto de competencia, clasificación y rotulación que sirve para instalar los negocios en educación, la privatización y la mercantilización. Es necesario otro tipo de evaluación.
¿Cómo debería ser?Habría que diseñar dispositivos que no se limiten a evaluar a educadores y estudiantes por su desempeño individual, sino que tengan un alcance hacia el sistema educativo, las instituciones escolares, el trabajo docente como construcción colectiva y los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
En CTERA sostenemos ?y lo plasmamos en un acta paritaria de 2013? que la evaluación debe comenzar a construirse a nivel institucional. Una autoevaluación institucional es la mejor posibilidad para que el conjunto de los trabajadores pueda mirarse integralmente como proyecto pedagógico colectivo, para describir y analizar sus políticas y prácticas en el contexto socio-histórico, construyendo una memoria pedagógica acerca del impacto de las políticas educativas, de las prácticas institucionales, pedagógicas y didácticas. Esto implica definir al docente como sujeto del proceso de construcción de conocimiento y no como mero objeto de evaluación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario